En Anento sólo vivía un pastor… y lo salvó el turismo
1981, 11 habitantes censados. 2015, 105 habitantes según el último padrón municipal en la localidad zaragozana de Anento, situada en la comarca del Campo de Daroca a 95 kilómetros de la capital aragonesa. El pequeño municipio figura por méritos propios en la lista de pueblos más bonitos de España desde 2015 y se ha convertido gracias a sus calles empedradas, sus coquetas casas color tierra y su castillo medieval en un importante polo turístico de Aragón.
¿Qué ha cambiado en estas tres décadas? «La iniciativa de un grupo de jóvenes ha cambiado la cara al pueblo poco a poco desde los años 80, en la que prácticamente Anento se quedó aislado y deshabitado, donde sólo vivía un pastor«, explica el alcalde desde 1987, Enrique Cartiel, uno de esos valientes a los que alude el primer edil socialista.
En la actualidad, el municipio cuenta con tres casas rurales, un albergue, un restaurante y una oficina de turismo en la que hay una pequeña tienda donde los turistas se pueden llevar un recuerdo de Anento. Pero esta transformación no ha sido un camino de rosas; antes de que el grupo de ciudadanos intentasen cambiar la dinámica de la localidad más de la mitad de las viviendas se encontraba en ruinas, la carretera más cercana se quedaba a 60 metros, no había ninguna calle asfaltada y el alcantarillado todavía era una quimera.
«Vimos un artículo en la contraportada del periódico Heraldo de Aragón en la que se describía la situación de Anento y se decía que la iglesia, a pesar de su abandono y su casi derrumbado tejado, guardaba un tesoro en su interior: el retablo gótico de San Blas y la Virgen de la Misericordia datado en el siglo XV, que aún se conserva. Esto nos animó a juntarnos y a movernos para reconstruir las casas y desarrollar las infraestructuras necesarias con ayudas de la Diputación provincial y el Gobierno de Aragón», subraya Cartiel.
En busca de la diferencia
Desde el principio los jóvenes buscaron que el urbanismo de Anento se diferenciase de la mayoría de ciudades y pueblos del entorno: pavimento de piedra en vez de asfalto, casas con fachadas empedradas y pintadas en tonos tierra que van desde el ocre hasta el rojizo y la mirada puesta siempe en el turismo rural, «sin olvidar la agricultura y otros sectores», apostilla el alcalde. El resultado de este largo camino de casi tres décadas es un pueblo cuyas calles evocan a una villa medieval en pleno siglo XXI a tres cuartos de hora de la quinta ciudad de España por habitantes, Zaragoza.
El primer establecimiento que dio vida a este pueblo enclavado entre la submeseta del Campo de Romanos y el valle del Jiloca es el albergue. Durante 17 años estuvo gestionado por voluntarios que dedicaban parte de su tiempo libre a atender a los turistas, lo mismo que el restaurante hasta que el Ayuntamiento los sacó a concurso público para que la iniciativa privada los gestionase. «El albergue está en el centro urbano en una nave, pero antes de que se pusiese en marcha dudamos en que esa instalación se destinase a una carpintería», apunta el alcalde. Ahora por suerte, disponen del albergue pero también de la ebanistería. Otra de las prácticas que han puesto en marcha en el pueblo para generar empleo es conceder los contratos de construcción del pavimento de las calles a vecinos de la localidad para que los beneficios se queden en casa.
Uno de los destinos preferidos de Aragón
Pero si en Anento hay una estrella que brilla es el turismo rural. Desde la Asociación Española de Turismo Rural (Asetur) apuntan que es uno de los destinos preferidos por los viajeros de este tipo de turismo en Aragón junto a los Pirineos y otras localidades como Albarracín, Rubielos de Mora o Cantavieja, todas ellas en la provincia de Teruel. Desde la oficina de turismo de la localidad, su responsable María Jesús Cebollada, señala que el año pasado cuando la villa fue aceptada en la red de municipios más bonitos de España pasaron de registrar 2.000 turistas cada año hasta los 10.000. «Fue un auténtico orgullo después de tantos años trabajando por el pueblo de forma desinteresada ver esa cantidad de gente», cuenta Cebollada.
Para incentivar el turismo, el Ayuntamiento no sólo se conforma con figurar en esa lista honorífica de localidades, sino que organiza desde hace nueve años jornadas medievales en el mes de julio y durante 20 años el pueblo ha sido escenario de un importante curso de flauta travesera que atraía a estudiantes de enseñanzas superiores y profesionales de grandes orquestas. Ahora este encuentro llamado Anentoflauta es itinerante y este verano se trasladó hasta la localidad valenciana de Chera.
Además de estas propuestas, la naturaleza que rodea Anento -observada por su torreón celtíbero- permite a los turistas disfrutar a través del senderismo y otras propuestas como la bicicleta de montaña. Para los más intrépidos también hay una tirolina y tres vías de escalada con anclajes para facilitar la tarea en la ascensión a los valientes que se atrevan con las paredes de Anento.
La naturaleza de esta villa medieval se completa con unas magníficas cuevas, excavadas en un terreno blando y arcilloso. Ubicadas debajo del castillo, se cree que fueron almacenes de alimentos o establos para los animales. En la actualidad, han sido rehabilitados como apartamentos municipales e incluso una de ellas se aprovecha como casa rural. El turismo al servicio de la repoblación de los pueblos.